UNA VERIFICACIÓN OPORTUNA
Por: Dr. Néstor García Iturbe
23 DE JULIO DEL 2010.
Sobre el artículo publicado el día 21 de junio, titulado “LA VINCULACION DE ESTADOS UNIDOS CON BATISTA EN EL CAMPO MILITAR (1952 - 1958)” quisiera trasladarles un elemento aportado en el día de hoy por el compañero Oscar Romero, funcionario de la Editorial Ciencias Sociales.
Estando en la editorial, indagando por la situación en que se encuentran los trabajos del próximo libro que publicaré, titulado ¿Quién es quién en la CIA? (un poco de publicidad no viene mal), Romero realizó varios comentarios sobre el artículo y finalmente me trasladó un testimonio considero de gran importancia.
Durante el verano del año 2004 estaba Romero con su familia en la Playa La Altura, situada en la costa norte de la Provincia de Pinar del Río, a pocos kilómetros de Bahía Honda. Dicha playa es un pequeño paraíso de arenas blancas y aguas cristalinas, donde antes del triunfo de la revolución tenía su casa de descanso el que fuera presidente de la república mediatizada, Carlos Prío Socarras.
Cuando Romero salió del agua y se dirigía a su cabaña conversó con un pescador de la zona, de aproximadamente ochenta años, que sentado en el espigón ofrecía su mercancía. El intercambio inicial entre ambos se refirió al precio del pescado que el viejo ofrecía y a Romero le interesaba.
Superada aquella parte y satisfechos los dos por la transacción lograda, la conversación fue derivando hacia otros problemas, principalmente por la curiosidad de Romero sobre el lugar, sus antecedentes y sobre el propio pescador.
Aquel hombre que prácticamente había vivido toda su vida en la playa La Altura describió las costumbres de la familia Prío cuando visitaban la misma y entonces dijo lo más interesante de todo.
Una tarde, dos días antes del golpe de estado del 10 de Marzo, estaba pescando en el propio espigón donde ahora conversaban. Eran aproximadamente las cuatro de la tarde cuando se acercó un yate de medianas proporciones. Después que el yate atracó se bajó de este Fulgencio Batista y Zaldívar, que de inmediato se dirigió a la casa de Prío, donde permaneció un poco más de tres horas, después de lo cual volvió a montarse en el Yate y partió del lugar.
Como diría nuestro amigo Reinaldo Taladrid, saque usted sus propias conclusiones sobre lo que pudieron hablar Batista y Prío dos días antes de que se realizara el golpe de estado. ¿Le traería las últimas orientaciones y seguridades de parte del gobierno de Estados Unidos?
jueves, 24 de junio de 2010
LA VINCULA CION DE ESTADOS UNIDOS CON BATISTA
LA VINCULACION DE ESTADOS UNIDOS CON BATISTA EN EL CAMPO MILITAR (1952 - 1958)
Por: Dr. Néstor García Iturbe
21 de junio del 2010
El Gobierno de Carlos Prío Socarras llegó a sus últimos días totalmente desprestigiado, el robo, el latrocinio, el abuso, la situación económica en que se encontraba Cuba era un peligro para Estados Unidos y sus intereses en el país.
A esto pudiera sumarse que la resistencia popular había impedido que el gobierno de Prío pudiera enviar un contingente de cubanos a la guerra de Corea, tal y como había solicitado Estados Unidos para reforzar sus tropas en el conflicto y sumar un país más a lo que ellos llamaban “Tropas de Naciones Unidas”. La no firma por parte de Prío del Tratado de Residencia y Navegación perjudicaba los intereses estadounidenses. El pronunciamiento del Congreso cubano a favor de la libertar del líder puertorriqueño Pedro Alvizu Campos, lo cual Prío fue incapaz de impedir, daba una clara visión de que no era precisamente el gobernante que necesitaba Estados Unidos en Cuba.
Ante la posibilidad que en las cercanas elecciones tomara el gobierno el Partido Ortodoxo, un partido de corte nacionalista, con intenciones de sanear la administración pública y dar algunas mejoras a la población, se decidió por parte de Estados Unidos organizar un golpe de estado, para el que seleccionaron como dirigente a su principal peón en Cuba, Fulgencio Batista y Zaldivar, el que de otra forma no hubiera podido nunca llegar a la presidencia.
Los representantes de Estados Unidos se entrevistaron con Prío, le comunicaron lo que sucedería y le aseguraron que él, su familia y otros miembros de su gobierno, podía ir a vivir a Estados Unidos con todos los millones que se había robado. En ningún momento serían molestados ni se aceptaría proceso judicial alguno contra ellos ni sus bienes y propiedades.
Después de eso Prío quedó esperando la “sorpresa” y cuando se originó el golpe de estado se marcho del país tranquilamente, sin hacer resistencia para defender la Constitución, las leyes y la decisión del pueblo que lo había elegido como su presidente. Esto explica su no respuesta ni apoyo a los que en aquel momento se ofrecieron para luchar contra el artero golpe.
La llegada de Batista al poder fue aprovechada por distintas agencias de Estados Unidos para fortalecer su presencia en Cuba, lo que implicó una mayor represión contra el movimiento obrero, los estudiantes, los partidos de corte nacionalista y sobre todo el Partido Socialista Popular, de ideología comunista.
El primer objetivo contra el que trabajaron las agencias estadounidenses fue el Partido Socialista Popular, sus líderes, membrecía y órganos de prensa. El 15 de agosto del propio año, el Consejo Consultivo, que había sustituido al Congreso, aprobó la creación del Comité Investigador de las Actividades Comunistas (CIAC) al que el Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos, conocido como FBI, brindó apoyo logístico, financiero, preparación y asesoramiento por medio de varios oficiales que fueron designado para trabar en coordinación con los dirigentes del CIAC. Este fue el embrión de lo que más tarde fue el Buró de Represión de Actividades Comunistas (BRAC).
Dentro de las misiones asignadas a CIAC estaba el reclutar miembros del PSP, con el fin de poder tener un buen caudal de información sobre las actividades que realizaban y eventualmente golpear la organización al capturar algunos dirigentes.
La actividad represiva contra los otros partidos políticos existentes en aquellos días se fue recrudeciendo en la medida que estos tomaban posturas más radicales de enfrentamiento al régimen de Batista, lo que por lo regular hacían solamente un grupo de sus miembros, mientras otros buscaban una solución política en la que pudieran regresar a sus cargos o a otros en el Congreso y distintos niveles provinciales y municipales.
Mientras el régimen de Batista y sus amos yanquis trataban de mostrar un clima de cierta normalidad política, desataban la más cruenta represión contra estudiantes, obreros, campesinos y algunos profesionales que con frecuencia originaban protestas contra la situación existente, conspiraban, declaraban huelgas y realizaban algunas acciones armadas.
En aquellos momentos otra agencia que fortaleció su presencia fue el Pentágono. Las fuerzas armadas de Estados Unidos ya estaban presentes en Cuba antes de que Batista asaltara el poder, principalmente los asesores militares y agregados jugaron un importante papel en la organización del Golpe de Estado.
En los meses posteriores, aumentó el número de asesores, se autorizó incrementar la ayuda en armamentos y la preparación, tanto en Cuba como en escuelas existentes en Panamá y en territorio estadounidense. La contra inteligencia militar tuvo un incremento poco significativo, pues se consideraba que Batista contaba con el apoyo de la mayoría de los militares, sin embargo el Servicio de Inteligencia Militar conocido por SIM se desarrollo fuertemente, sobre todo después del ataque al Cuartel Moncada y aún mas posteriormente al desembarco del Granma.
En los primeros meses del golpe de estado, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) continuó trabajando con los mismos objetivos y personal existentes, pues se consideraba no existía necesidad de aumentar estos.
Este grave error lo rectificaron posteriormente, pues la resistencia del pueblo cubano a la tiranía de Batista se manifestó con múltiples conspiraciones, actos terroristas y el asalto al Cuartel Moncada, acción armada que fue totalmente una sorpresa para el régimen del 10 de marzo y sus asesores estadounidenses. Después de esta acción revolucionaria la CIA cambió la táctica, incrementó su personal y situó este no solamente en la Habana, sino también en los Consulados que Estados Unidos tenía en distintas ciudades de Cuba.
El objetivo de la CIA no era solamente neutralizar, también era golpear para poner en prisión a los revolucionarios.
Otro cuerpo represivo de Batista que se fortaleció gracias a la ayuda logística, en medios y financiera que le brindó Estados Unidos fue la Policía Nacional. Puede decirse que este fue el azote de las ciudades, el principal medio para enfrentar a la oposición. Los miembros de la Policía Nacional se destacaron por los asesinatos y torturas cometidas, por las violaciones de domicilio y por disolver las manifestaciones estudiantiles a tiros, palos y con el temible “bicho de buey”. Ninguno de estos crímenes fue castigado ni criticado por Estados Unidos como violaciones de los Derechos Humanos, a pesar de que eran de su conocimiento.
Lo que hemos planteado se confirma con hechos. El director del Buró Federal de Investigaciones (FBI), J. Edgar Hoover, recibió de manos de Guillermo Belt, en aquellos momentos embajador del régimen de Fulgencio Batista en Washington, la insignia que lo acredita como Jefe Honorario de la Policía Nacional Cubana por su colaboración con aquel órgano represivo.
La vigilancia y el control de los servicios de espionaje y contra espionaje de Estados Unidos no solamente se ejercieron en Cuba. Los grupos que se encontraban en el exilio y en especial en Estados Unidos eran frecuentemente hostigados, se les interrogaba sobre sus acciones, se intervenía su correspondencia y llamadas telefónicas y la información que obtenían sobre sus actividades en muchos casos se trasladaba al gobierno de Batista para que realizara sus fechorías.
El objetivo de los servicios especiales norteamericanos era que la lucha en la Sierra no se fortaleciera para que fuera más fácil a Batista acabar con ella. Un buen número de expediciones que venían hacia Cuba con hombres y armas fueron capturadas por las propias autoridades estadounidenses antes de llegar, una ellas fue la del barco Orión, capturado en Texas, con más de cien hombres y un importante armamento. Como parte de ese esfuerzo puede señalarse la ocupación de una pequeña fábrica de armas que funcionaba en Los Ángeles.
Todas estas acciones eran resultado del reclutamiento e infiltración de agentes dentro de los grupos revolucionarios que operaban en el exilio, lo que después realizaron también dentro de las organizaciones que estaban luchando en Cuba, tanto en la clandestinidad como en las montañas.
Aunque en algunos momentos se analizó por parte del gobierno de Estados Unidos el suspender el envío de armas al gobierno de Batista, eso nunca llegó a concretarse, el mejor ejemplo de ello, además de las bombas “made in USA” que diariamente eran lanzadas contra los rebeldes en las montañas y el llano, lo fue también el tren blindado que las tropas del Che descarrilaron en Santa Clara, pues el mismo contenía una gran cantidad de armamento que había entregado el gobierno estadounidense para que el ejército de Batista pudiera continuar su lucha.
El personal de las fuerzas armadas de Estados Unidos destacado en la Base Naval de Guantánamo fue blanco de algunas acciones de los revolucionarios que pudieran calificarse de advertencias, pues en ningún caso se reportaron heridos en las mismas, me refiero a la detención de algunos de ellos y el corte de suministro del agua a la Base, todo lo cual se solucionó de forma tal que se viera como un gesto de buena voluntad de los rebeldes hacia Estados Unidos.
El 31 de diciembre de 1958 se efectuó una reunión en Washington para analizar que debía hacerse en Cuba. Asistieron a dicha reunión representantes del Departamento de Estado, Defensa, la CIA, el FBI y del presidente Eisenhower. El propósito de la reunión era evaluar la forma de derrotar políticamente a Fidel Castro y sus seguidores, incluyendo en esto si era necesario que la OEA interviniera militarmente, de acuerdo con lo establecido en el Tratado de Rio.
Todo aquello fue inoperante por la derrota y fuga de Batista. Estados Unidos trató de que una “Junta Cívica Militar “ tomara el poder, pero ya era tarde, el pueblo había tomado el poder.
Por: Dr. Néstor García Iturbe
21 de junio del 2010
El Gobierno de Carlos Prío Socarras llegó a sus últimos días totalmente desprestigiado, el robo, el latrocinio, el abuso, la situación económica en que se encontraba Cuba era un peligro para Estados Unidos y sus intereses en el país.
A esto pudiera sumarse que la resistencia popular había impedido que el gobierno de Prío pudiera enviar un contingente de cubanos a la guerra de Corea, tal y como había solicitado Estados Unidos para reforzar sus tropas en el conflicto y sumar un país más a lo que ellos llamaban “Tropas de Naciones Unidas”. La no firma por parte de Prío del Tratado de Residencia y Navegación perjudicaba los intereses estadounidenses. El pronunciamiento del Congreso cubano a favor de la libertar del líder puertorriqueño Pedro Alvizu Campos, lo cual Prío fue incapaz de impedir, daba una clara visión de que no era precisamente el gobernante que necesitaba Estados Unidos en Cuba.
Ante la posibilidad que en las cercanas elecciones tomara el gobierno el Partido Ortodoxo, un partido de corte nacionalista, con intenciones de sanear la administración pública y dar algunas mejoras a la población, se decidió por parte de Estados Unidos organizar un golpe de estado, para el que seleccionaron como dirigente a su principal peón en Cuba, Fulgencio Batista y Zaldivar, el que de otra forma no hubiera podido nunca llegar a la presidencia.
Los representantes de Estados Unidos se entrevistaron con Prío, le comunicaron lo que sucedería y le aseguraron que él, su familia y otros miembros de su gobierno, podía ir a vivir a Estados Unidos con todos los millones que se había robado. En ningún momento serían molestados ni se aceptaría proceso judicial alguno contra ellos ni sus bienes y propiedades.
Después de eso Prío quedó esperando la “sorpresa” y cuando se originó el golpe de estado se marcho del país tranquilamente, sin hacer resistencia para defender la Constitución, las leyes y la decisión del pueblo que lo había elegido como su presidente. Esto explica su no respuesta ni apoyo a los que en aquel momento se ofrecieron para luchar contra el artero golpe.
La llegada de Batista al poder fue aprovechada por distintas agencias de Estados Unidos para fortalecer su presencia en Cuba, lo que implicó una mayor represión contra el movimiento obrero, los estudiantes, los partidos de corte nacionalista y sobre todo el Partido Socialista Popular, de ideología comunista.
El primer objetivo contra el que trabajaron las agencias estadounidenses fue el Partido Socialista Popular, sus líderes, membrecía y órganos de prensa. El 15 de agosto del propio año, el Consejo Consultivo, que había sustituido al Congreso, aprobó la creación del Comité Investigador de las Actividades Comunistas (CIAC) al que el Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos, conocido como FBI, brindó apoyo logístico, financiero, preparación y asesoramiento por medio de varios oficiales que fueron designado para trabar en coordinación con los dirigentes del CIAC. Este fue el embrión de lo que más tarde fue el Buró de Represión de Actividades Comunistas (BRAC).
Dentro de las misiones asignadas a CIAC estaba el reclutar miembros del PSP, con el fin de poder tener un buen caudal de información sobre las actividades que realizaban y eventualmente golpear la organización al capturar algunos dirigentes.
La actividad represiva contra los otros partidos políticos existentes en aquellos días se fue recrudeciendo en la medida que estos tomaban posturas más radicales de enfrentamiento al régimen de Batista, lo que por lo regular hacían solamente un grupo de sus miembros, mientras otros buscaban una solución política en la que pudieran regresar a sus cargos o a otros en el Congreso y distintos niveles provinciales y municipales.
Mientras el régimen de Batista y sus amos yanquis trataban de mostrar un clima de cierta normalidad política, desataban la más cruenta represión contra estudiantes, obreros, campesinos y algunos profesionales que con frecuencia originaban protestas contra la situación existente, conspiraban, declaraban huelgas y realizaban algunas acciones armadas.
En aquellos momentos otra agencia que fortaleció su presencia fue el Pentágono. Las fuerzas armadas de Estados Unidos ya estaban presentes en Cuba antes de que Batista asaltara el poder, principalmente los asesores militares y agregados jugaron un importante papel en la organización del Golpe de Estado.
En los meses posteriores, aumentó el número de asesores, se autorizó incrementar la ayuda en armamentos y la preparación, tanto en Cuba como en escuelas existentes en Panamá y en territorio estadounidense. La contra inteligencia militar tuvo un incremento poco significativo, pues se consideraba que Batista contaba con el apoyo de la mayoría de los militares, sin embargo el Servicio de Inteligencia Militar conocido por SIM se desarrollo fuertemente, sobre todo después del ataque al Cuartel Moncada y aún mas posteriormente al desembarco del Granma.
En los primeros meses del golpe de estado, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) continuó trabajando con los mismos objetivos y personal existentes, pues se consideraba no existía necesidad de aumentar estos.
Este grave error lo rectificaron posteriormente, pues la resistencia del pueblo cubano a la tiranía de Batista se manifestó con múltiples conspiraciones, actos terroristas y el asalto al Cuartel Moncada, acción armada que fue totalmente una sorpresa para el régimen del 10 de marzo y sus asesores estadounidenses. Después de esta acción revolucionaria la CIA cambió la táctica, incrementó su personal y situó este no solamente en la Habana, sino también en los Consulados que Estados Unidos tenía en distintas ciudades de Cuba.
El objetivo de la CIA no era solamente neutralizar, también era golpear para poner en prisión a los revolucionarios.
Otro cuerpo represivo de Batista que se fortaleció gracias a la ayuda logística, en medios y financiera que le brindó Estados Unidos fue la Policía Nacional. Puede decirse que este fue el azote de las ciudades, el principal medio para enfrentar a la oposición. Los miembros de la Policía Nacional se destacaron por los asesinatos y torturas cometidas, por las violaciones de domicilio y por disolver las manifestaciones estudiantiles a tiros, palos y con el temible “bicho de buey”. Ninguno de estos crímenes fue castigado ni criticado por Estados Unidos como violaciones de los Derechos Humanos, a pesar de que eran de su conocimiento.
Lo que hemos planteado se confirma con hechos. El director del Buró Federal de Investigaciones (FBI), J. Edgar Hoover, recibió de manos de Guillermo Belt, en aquellos momentos embajador del régimen de Fulgencio Batista en Washington, la insignia que lo acredita como Jefe Honorario de la Policía Nacional Cubana por su colaboración con aquel órgano represivo.
La vigilancia y el control de los servicios de espionaje y contra espionaje de Estados Unidos no solamente se ejercieron en Cuba. Los grupos que se encontraban en el exilio y en especial en Estados Unidos eran frecuentemente hostigados, se les interrogaba sobre sus acciones, se intervenía su correspondencia y llamadas telefónicas y la información que obtenían sobre sus actividades en muchos casos se trasladaba al gobierno de Batista para que realizara sus fechorías.
El objetivo de los servicios especiales norteamericanos era que la lucha en la Sierra no se fortaleciera para que fuera más fácil a Batista acabar con ella. Un buen número de expediciones que venían hacia Cuba con hombres y armas fueron capturadas por las propias autoridades estadounidenses antes de llegar, una ellas fue la del barco Orión, capturado en Texas, con más de cien hombres y un importante armamento. Como parte de ese esfuerzo puede señalarse la ocupación de una pequeña fábrica de armas que funcionaba en Los Ángeles.
Todas estas acciones eran resultado del reclutamiento e infiltración de agentes dentro de los grupos revolucionarios que operaban en el exilio, lo que después realizaron también dentro de las organizaciones que estaban luchando en Cuba, tanto en la clandestinidad como en las montañas.
Aunque en algunos momentos se analizó por parte del gobierno de Estados Unidos el suspender el envío de armas al gobierno de Batista, eso nunca llegó a concretarse, el mejor ejemplo de ello, además de las bombas “made in USA” que diariamente eran lanzadas contra los rebeldes en las montañas y el llano, lo fue también el tren blindado que las tropas del Che descarrilaron en Santa Clara, pues el mismo contenía una gran cantidad de armamento que había entregado el gobierno estadounidense para que el ejército de Batista pudiera continuar su lucha.
El personal de las fuerzas armadas de Estados Unidos destacado en la Base Naval de Guantánamo fue blanco de algunas acciones de los revolucionarios que pudieran calificarse de advertencias, pues en ningún caso se reportaron heridos en las mismas, me refiero a la detención de algunos de ellos y el corte de suministro del agua a la Base, todo lo cual se solucionó de forma tal que se viera como un gesto de buena voluntad de los rebeldes hacia Estados Unidos.
El 31 de diciembre de 1958 se efectuó una reunión en Washington para analizar que debía hacerse en Cuba. Asistieron a dicha reunión representantes del Departamento de Estado, Defensa, la CIA, el FBI y del presidente Eisenhower. El propósito de la reunión era evaluar la forma de derrotar políticamente a Fidel Castro y sus seguidores, incluyendo en esto si era necesario que la OEA interviniera militarmente, de acuerdo con lo establecido en el Tratado de Rio.
Todo aquello fue inoperante por la derrota y fuga de Batista. Estados Unidos trató de que una “Junta Cívica Militar “ tomara el poder, pero ya era tarde, el pueblo había tomado el poder.
Etiquetas:
Carlos Prío,
CUBA,
Etados Unidos,
Fulgencio Batista,
Golpe de Estado
lunes, 21 de junio de 2010
En el 80 aniversario del eterno jóven Armando Hart
EN EL 80 ANIVERSARIO DEL ETERNO JOVEN ARMANDO HART
Por Giraldo Mazola
El pasado lunes 7 de junio el ICAP, en el marco de las actividades por su cincuenta aniversario, inició una jornada de Memoria Histórica en saludo al 57 Aniversario de los Asaltos al Cuartel Moncada y Carlos Manuel de Céspedes y rindió justo y anticipado homenaje en ese encuentro al 80 aniversario de Armando Hart que arribará a esa edad el 13 de este mes y quien ha tenido una indisoluble relación de trabajo con dicho organismo.
Armando leyó allí un muy breve mensaje de agradecimiento con la voz entrecortada y emocionada al compartir con compañeros de su intensa y laboriosa dedicación a la causa que abrazó desde adolescente.
Al relatar que se prepara la recopilación de sus múltiples escritos y discursos en los últimos cincuenta años dijo, como un dato más, como algo aparentemente normal, como una reflexión de poca monta, que al iniciar la revisión había notado que sus escritos juveniles no diferían de los de su madurez.
Cuando lo observaba ahora coronado de canas, me recordaba del torbellino que era aquel joven conspirador de pelo negro azabache que fue hace décadas, permanentemente intranquilo, locuaz eterno, obsesivo en su eticidad hasta el infinito, de entrega absoluta a sus ideales.
Aunque no tuvo que ver con la organización del asalto al Cuartel Moncada su participación unitaria ulterior en la creación del M 26 de Julio es parte indisoluble de nuestra historia.
Con su hermano Enrique, Faustino Pérez, Pepe Prieto, Tony Llibre, Mario y Bebo Hidalgo y otros compañeros se vinculó al Movimiento Nacional Revolucionario del profesor Rafael García Bárcena que planeaba asaltar el cuartel militar de Columbia y cuyo intento fue abortado en abril de 1953, poco antes de la acción de los moncadistas.
No obstante su juventud e inexperiencia Bárcenas lo seleccionó por sus ya obvios valores éticos como su abogado defensor, declinando ofertas de veteranos juristas.
Cumplido ese rol y con sus compañeros liberados se entregó a preparar bajo la dirección de Fidel la nueva fuerza que emergería pujante y se llamaría MR 26 de Julio que todos ellos integrarían y de la que Faustino y él serían parte de su dirección nacional.
No es mi propósito relatar aquí su intensa actividad conspirativa por todo el país, subiendo y bajando de la Sierra, ni su labor paciente en la prisión siempre uniendo y sumando, pero no puedo omitir de mencionar su accionar como el primer ministro de educación de la Revolución tan ligado a Camilo en la conversión de los cuarteles en escuelas y en la legendaria Campaña de Alfabetización.
Tampoco puedo dejar de mencionar su papel como miembro del primer Buró Político y Secretario de Organización del Comité Central del Partido, de un partido en el poder, y su labor por consolidar esa fuerza política bien unida y adecuadamente pertrechada ideológicamente.
No es un accidente ni una casualidad que el Che, una vez liquidada la operación de apoyo a los combatientes zairotas, retenido momentáneamente en Tanzania en espera de la continuación de su periplo internacionalista que lo llevaría a pelear en montañas bolivianas, le escribiera desde Dar Es Salam una carta a quien consideraba capaz de encontrar la enjundia ideológica que necesitaban los revolucionarios cubanos y del mundo para sustentar su lucha.
Seleccioné unos párrafos en que Che le decía con cariño fraternal:
“…quiero exponerte algunas “ideíllas” sobre la cultura de nuestra vanguardia y de nuestro pueblo en general.
En este largo período de vacaciones le metí la nariz a la filosofía, cosa que hace tiempo pensaba hacer.
Me encontré con la primera dificultad: en Cuba no hay nada publicado, si excluimos los ladrillos soviéticos que tienen el inconveniente de no dejarte pensar; ya que el partido lo hizo por ti y tú debes digerir.
Como método, es lo más antimarxista, pero además suelen ser muy malos.
La segunda, y no menos importante, fue mi desconocimiento del lenguaje filosófico (he luchado duramente con el maestro Hegel y en el primer round me dio dos caídas).
Por eso hice un plan de estudio para mi que, creo, puede ser estudiado y mejorado mucho para constituir la base de una verdadera escuela de pensamiento; ya hemos hecho mucho, pero algún día tendremos también que pensar.”
Armando prosiguió su labor partidista en Camaguey primero y luego en Oriente y al ejecutarse la aplicación de la nueva estructura política y administrativa que multiplicó las seis provincias existentes en catorce devino como ha dicho Abel Prieto “en el eterno ministro de Cultura” desde donde continuó su labor proselitista unitaria y forjadora de una ideología sustentadora de la Revolución.
No es posible tampoco hablar de Hart sin recordar a Yeyé Santamaría. Dejo a la hija de ambos, Celia, que nos relate mejor que nadie, con su ternura insustituible de hija, facetas de los dos:
“Haydee reconocía en el joven abogado Armando Hart cualidades e inteligencia únicas y necesarias para la empresa de Fidel, como son su cultura política y su capacidad de asociar en un mismo proyecto cualquier idea honesta.
Se dio cuenta, al amarlo como lo hizo, de que Armando Hart poseía la rara combinación de la armonía de la flexibilidad con la de un espíritu revolucionario absolutamente radical. Me consta el amor único que le profesó. Nos enseñó a respetarlo y a quererle más allá del amor filial. Recuerdo con húmeda melancolía la manera en que mi padre me trataba de leer a Carlos Marx, con la sonrisa cómplice de ella, mientras se movía silenciosa y ligera por la oficina de papá.
Podrán decirse hoy muchas cosas, envueltas en la leyenda del final de la historia, pero todavía me resulta difícil separar esas dos vertientes raras de mi educación.
Mi madre, de alguna manera, contrató a Armando Hart como al mejor padre que me correspondía, que me enseñase algo sobre lo que ella sabía que pocos eran tan buenos como él.
No era especialista Haydee en marxismo, pero les puedo confesar que las lecciones más apasionantes que he tenido me las ofreció Armando Hart a instancia de ella; además, el primer paradigma de las teorías socialistas fue mi amor por José Martí.
Pero desde aquella iniciación, supe respirar el aroma de las mejores ideas de la cabeza que, siempre, sin dudas, fueron las concubinas de las ideas del corazón. Ambas, amándose y necesitándose, pero sin decírselo, por mera vanidad. Sus dos profetas.”
Ha sido en esta última década, como director de la Oficina del Programa Martiano, donde ha podido fundir como en un crisol las recomendaciones del Che sobre el marxismo con las ideas revolucionarias de Martí y de Fidel y dedicarse por entero a su difusión armónica.
Armando:
No se equivocó el Che al pedirte que te ocuparas de pertrechar de ideas a la vanguardia y al pueblo en general.
Has cumplido con creces esa encomienda y puedes afirmar sin dudas que en tus escritos iniciales y en los más recientes no se encuentran diferencias. Solamente has encanecido.
Por Giraldo Mazola
El pasado lunes 7 de junio el ICAP, en el marco de las actividades por su cincuenta aniversario, inició una jornada de Memoria Histórica en saludo al 57 Aniversario de los Asaltos al Cuartel Moncada y Carlos Manuel de Céspedes y rindió justo y anticipado homenaje en ese encuentro al 80 aniversario de Armando Hart que arribará a esa edad el 13 de este mes y quien ha tenido una indisoluble relación de trabajo con dicho organismo.
Armando leyó allí un muy breve mensaje de agradecimiento con la voz entrecortada y emocionada al compartir con compañeros de su intensa y laboriosa dedicación a la causa que abrazó desde adolescente.
Al relatar que se prepara la recopilación de sus múltiples escritos y discursos en los últimos cincuenta años dijo, como un dato más, como algo aparentemente normal, como una reflexión de poca monta, que al iniciar la revisión había notado que sus escritos juveniles no diferían de los de su madurez.
Cuando lo observaba ahora coronado de canas, me recordaba del torbellino que era aquel joven conspirador de pelo negro azabache que fue hace décadas, permanentemente intranquilo, locuaz eterno, obsesivo en su eticidad hasta el infinito, de entrega absoluta a sus ideales.
Aunque no tuvo que ver con la organización del asalto al Cuartel Moncada su participación unitaria ulterior en la creación del M 26 de Julio es parte indisoluble de nuestra historia.
Con su hermano Enrique, Faustino Pérez, Pepe Prieto, Tony Llibre, Mario y Bebo Hidalgo y otros compañeros se vinculó al Movimiento Nacional Revolucionario del profesor Rafael García Bárcena que planeaba asaltar el cuartel militar de Columbia y cuyo intento fue abortado en abril de 1953, poco antes de la acción de los moncadistas.
No obstante su juventud e inexperiencia Bárcenas lo seleccionó por sus ya obvios valores éticos como su abogado defensor, declinando ofertas de veteranos juristas.
Cumplido ese rol y con sus compañeros liberados se entregó a preparar bajo la dirección de Fidel la nueva fuerza que emergería pujante y se llamaría MR 26 de Julio que todos ellos integrarían y de la que Faustino y él serían parte de su dirección nacional.
No es mi propósito relatar aquí su intensa actividad conspirativa por todo el país, subiendo y bajando de la Sierra, ni su labor paciente en la prisión siempre uniendo y sumando, pero no puedo omitir de mencionar su accionar como el primer ministro de educación de la Revolución tan ligado a Camilo en la conversión de los cuarteles en escuelas y en la legendaria Campaña de Alfabetización.
Tampoco puedo dejar de mencionar su papel como miembro del primer Buró Político y Secretario de Organización del Comité Central del Partido, de un partido en el poder, y su labor por consolidar esa fuerza política bien unida y adecuadamente pertrechada ideológicamente.
No es un accidente ni una casualidad que el Che, una vez liquidada la operación de apoyo a los combatientes zairotas, retenido momentáneamente en Tanzania en espera de la continuación de su periplo internacionalista que lo llevaría a pelear en montañas bolivianas, le escribiera desde Dar Es Salam una carta a quien consideraba capaz de encontrar la enjundia ideológica que necesitaban los revolucionarios cubanos y del mundo para sustentar su lucha.
Seleccioné unos párrafos en que Che le decía con cariño fraternal:
“…quiero exponerte algunas “ideíllas” sobre la cultura de nuestra vanguardia y de nuestro pueblo en general.
En este largo período de vacaciones le metí la nariz a la filosofía, cosa que hace tiempo pensaba hacer.
Me encontré con la primera dificultad: en Cuba no hay nada publicado, si excluimos los ladrillos soviéticos que tienen el inconveniente de no dejarte pensar; ya que el partido lo hizo por ti y tú debes digerir.
Como método, es lo más antimarxista, pero además suelen ser muy malos.
La segunda, y no menos importante, fue mi desconocimiento del lenguaje filosófico (he luchado duramente con el maestro Hegel y en el primer round me dio dos caídas).
Por eso hice un plan de estudio para mi que, creo, puede ser estudiado y mejorado mucho para constituir la base de una verdadera escuela de pensamiento; ya hemos hecho mucho, pero algún día tendremos también que pensar.”
Armando prosiguió su labor partidista en Camaguey primero y luego en Oriente y al ejecutarse la aplicación de la nueva estructura política y administrativa que multiplicó las seis provincias existentes en catorce devino como ha dicho Abel Prieto “en el eterno ministro de Cultura” desde donde continuó su labor proselitista unitaria y forjadora de una ideología sustentadora de la Revolución.
No es posible tampoco hablar de Hart sin recordar a Yeyé Santamaría. Dejo a la hija de ambos, Celia, que nos relate mejor que nadie, con su ternura insustituible de hija, facetas de los dos:
“Haydee reconocía en el joven abogado Armando Hart cualidades e inteligencia únicas y necesarias para la empresa de Fidel, como son su cultura política y su capacidad de asociar en un mismo proyecto cualquier idea honesta.
Se dio cuenta, al amarlo como lo hizo, de que Armando Hart poseía la rara combinación de la armonía de la flexibilidad con la de un espíritu revolucionario absolutamente radical. Me consta el amor único que le profesó. Nos enseñó a respetarlo y a quererle más allá del amor filial. Recuerdo con húmeda melancolía la manera en que mi padre me trataba de leer a Carlos Marx, con la sonrisa cómplice de ella, mientras se movía silenciosa y ligera por la oficina de papá.
Podrán decirse hoy muchas cosas, envueltas en la leyenda del final de la historia, pero todavía me resulta difícil separar esas dos vertientes raras de mi educación.
Mi madre, de alguna manera, contrató a Armando Hart como al mejor padre que me correspondía, que me enseñase algo sobre lo que ella sabía que pocos eran tan buenos como él.
No era especialista Haydee en marxismo, pero les puedo confesar que las lecciones más apasionantes que he tenido me las ofreció Armando Hart a instancia de ella; además, el primer paradigma de las teorías socialistas fue mi amor por José Martí.
Pero desde aquella iniciación, supe respirar el aroma de las mejores ideas de la cabeza que, siempre, sin dudas, fueron las concubinas de las ideas del corazón. Ambas, amándose y necesitándose, pero sin decírselo, por mera vanidad. Sus dos profetas.”
Ha sido en esta última década, como director de la Oficina del Programa Martiano, donde ha podido fundir como en un crisol las recomendaciones del Che sobre el marxismo con las ideas revolucionarias de Martí y de Fidel y dedicarse por entero a su difusión armónica.
Armando:
No se equivocó el Che al pedirte que te ocuparas de pertrechar de ideas a la vanguardia y al pueblo en general.
Has cumplido con creces esa encomienda y puedes afirmar sin dudas que en tus escritos iniciales y en los más recientes no se encuentran diferencias. Solamente has encanecido.
Etiquetas:
Armando Hart,
CUBA,
REVOLUCION CUBANA
Trágico Suceso
Trágico suceso
Por Nuria Barbosa León
10 de junio del 2010
La muerte duele, cuando el sabotaje mella. Fue el 4 de marzo de 1960. Cuba se describe a sí misma como entusiasmo, consignas, tareas, movilizaciones y futuro.
Las fuerzas de apoyo: excluidos por un siglo de dependencia y neocolonia; las víctimas del desempleo, el analfabetismo y la insalubridad; los descendientes de mambises; los seguidores de Fidel.
La contrarrevolución: los pocos beneficiados con el capitalismo; dueños de crímenes y torturas; soñadores del egoísmo por la propiedad y temerosos del cambio. Ellos fueron los aliados incondicionales del imperio para agresiones de todo tipo.
Estuve allí, fui el miliciano de guardia en los almacenes del puerto. La rutina del día fue interrumpida por la explosión a las tres de la tarde. Corrimos al lugar y la palabra es: ¡Horror!
Momentos antes, zarpó el barco francés La Coubre. Pocos conocían de su carga en las bodegas: pertrechos militares procedentes de Bélgica, importantes para la defensa del país. El estallido creó un hongo negro visto desde cualquier punto de la capital.
Al unísono, todo se convirtió en personas corriendo, alarmas de ambulancia, sirenas de bomberos y policía. Tráfico obstaculizado. Humanos y objetos desbaratados: sangre por doquier, sesos en el piso, cadáveres sin cabeza, piernas sueltas con el zapato puesto, cráneos deformados con los ojos botados, mandíbulas con sus dientes, huesos sin carne, cuerpos achicharrados, cosas consumidas por el calor.
Los gemidos se apoderan del coraje para no perder un segundo y enfrentar la situación. Inmediatamente todo fue auxilio.
Yo cargué a un desconocido en mi espalda y en una carrera apresurada lo saco hasta la línea del ferrocarril, cerca de la estación central para montarlo en un auto.
Es cuando veo al gigante de verdeolivo, con su barba tupida y caminando de prisa como si fuera a encarar al enemigo. Sólo podía ser él: Fidel.
Lo vi, por fracciones de segundo, un nuevo estallido nos lanzó suelo. La reacción no pudo ser otra: la bravura no dejaba espacio a las cavilaciones. Si él estaba allí, la orden se dio. Y aunque los metales de la segunda bomba se convirtieron en fina llovizna, el miedo se disipó y la solidaridad apareció.
Yo imagino aquel hecho como la guerra que se libró meses antes en la Sierra Maestra porque en pocos minutos aparecieron todos los dirigentes. Fue la primera vez que estuve al lado del Che y de Raúl, sin mencionar a los no conocidos que brindaron su hombro para cargar heridos.
Convencido quedé en aquel momento y seguro estoy ahora, que la Revolución no se destruye con bombas, todo lo contrario, se fortalece con valor.
Por Nuria Barbosa León
10 de junio del 2010
La muerte duele, cuando el sabotaje mella. Fue el 4 de marzo de 1960. Cuba se describe a sí misma como entusiasmo, consignas, tareas, movilizaciones y futuro.
Las fuerzas de apoyo: excluidos por un siglo de dependencia y neocolonia; las víctimas del desempleo, el analfabetismo y la insalubridad; los descendientes de mambises; los seguidores de Fidel.
La contrarrevolución: los pocos beneficiados con el capitalismo; dueños de crímenes y torturas; soñadores del egoísmo por la propiedad y temerosos del cambio. Ellos fueron los aliados incondicionales del imperio para agresiones de todo tipo.
Estuve allí, fui el miliciano de guardia en los almacenes del puerto. La rutina del día fue interrumpida por la explosión a las tres de la tarde. Corrimos al lugar y la palabra es: ¡Horror!
Momentos antes, zarpó el barco francés La Coubre. Pocos conocían de su carga en las bodegas: pertrechos militares procedentes de Bélgica, importantes para la defensa del país. El estallido creó un hongo negro visto desde cualquier punto de la capital.
Al unísono, todo se convirtió en personas corriendo, alarmas de ambulancia, sirenas de bomberos y policía. Tráfico obstaculizado. Humanos y objetos desbaratados: sangre por doquier, sesos en el piso, cadáveres sin cabeza, piernas sueltas con el zapato puesto, cráneos deformados con los ojos botados, mandíbulas con sus dientes, huesos sin carne, cuerpos achicharrados, cosas consumidas por el calor.
Los gemidos se apoderan del coraje para no perder un segundo y enfrentar la situación. Inmediatamente todo fue auxilio.
Yo cargué a un desconocido en mi espalda y en una carrera apresurada lo saco hasta la línea del ferrocarril, cerca de la estación central para montarlo en un auto.
Es cuando veo al gigante de verdeolivo, con su barba tupida y caminando de prisa como si fuera a encarar al enemigo. Sólo podía ser él: Fidel.
Lo vi, por fracciones de segundo, un nuevo estallido nos lanzó suelo. La reacción no pudo ser otra: la bravura no dejaba espacio a las cavilaciones. Si él estaba allí, la orden se dio. Y aunque los metales de la segunda bomba se convirtieron en fina llovizna, el miedo se disipó y la solidaridad apareció.
Yo imagino aquel hecho como la guerra que se libró meses antes en la Sierra Maestra porque en pocos minutos aparecieron todos los dirigentes. Fue la primera vez que estuve al lado del Che y de Raúl, sin mencionar a los no conocidos que brindaron su hombro para cargar heridos.
Convencido quedé en aquel momento y seguro estoy ahora, que la Revolución no se destruye con bombas, todo lo contrario, se fortalece con valor.
Etiquetas:
CHE,
CUBA,
FIDEL CASTRO,
terrorismo,
Vapor La Coubre
Suscribirse a:
Entradas (Atom)