lunes, 20 de diciembre de 2010

CIUDADES DEL MEDIO MILENIO

Turismo cultural e Historia: “Ciudades del Medio Milenio”
(III y final)
Por Lohania Aruca Alonso
Las primeras siete villas y ciudades fundadas por los españoles en la isla de Cuba, durante la segunda década del siglo XVI, en conjunto, se consideran un aporte histórico cultural, un bien patrimonial tangible e intangible, que cumplirá el medio milenio de su fundación a lo largo del próximo quinquenio (2011-2015); aunque con la excepción de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, sus traslados de lugar abarcan una etapa más amplia.
Gran parte de estos asentamientos, en la actualidad, ya ha sido estudiada y plenamente reconocida, tanto en la cultura nacional como en la universal, mediante las declaraciones de Monumentos Nacionales y/o la inscripción en el Listado del Patrimonio de la Humanidad, gestionado por la UNESCO. (Ver: Aruca, “Necesidad e importancia del desarrollo del turismo cultural en Cuba. Oportunidades y Perspectivas” (II), p. 1, Fuente: CUBARTE.)
El conjunto de las primeras urbanizaciones hispanas en la Isla y la paulatina creación de sus relaciones de comunicación entre sí (vías y medios de transporte; la estructuración de un ordenamiento territorial, jerarquización y subordinaciones administrativas políticas y religiosas, militares, etc., a través de Ordenanzas, de distintos tipos, y Bandos de Buen Gobierno), fueron desarrollando entre los criollos libres, intereses y sentimientos de pertenencia de tipo local (patrialocalidad) y a escala de todo Archipiélago cubano, nacionales o de integración y fundación de una sola Patria, que desde luego se diferenciaba de España.
Aquellos sentimientos, aspiraciones y deseos, surgieron y se fueron definiendo cada vez con mayor fuerza, desde la década final del siglo XVIII hasta llegar a las primeras décadas del XIX: al calor de una nueva cultura, singular, mestiza, de raíces diferentes, americana, europea y africana, a las cuales se añaden otras sucesivamente, como la asiática, caribeñas (haitiana, jamaicana, etc.); así, emergió, también, un pueblo nuevo.
En este proceso relacional, mediante el cual se asumió la totalidad de los asentamientos existentes como una red, con objetivos e historias relativamente similares o compartidas entre sí, el conjunto de las villas y ciudades antiguas (que fueron el punto de partida para la creación de muchos otros asentamientos urbanos en el territorio bajo su jurisdicción), se evidencian los siguiente pasos o etapas:
A) villas y ciudades comunicadas entre sí por las rutas de la Flota del Oro y la Plata (La Habana y Santiago de Cuba); esta relación primaria se complementó gracias a la navegación de cabotaje (legal o ilegal, o de contrabando), sobre todo por la costa sur.
B) (Una hipótesis): El proceso de selección y de estanco del tabaco cubano -siglos XVII y XVIII-, promovió relaciones o rutas (terrestres, caminos, y marítimas, derroteros, legales) entre las villas y ciudades donde se cultivaba la hoja de tabaco con fines comerciales, hacia el Puerto de La Habana, el sitio donde radicaba el estanco y se realizaban las exportaciones, donde se almacenaba el tabaco hasta su salida final con destino a Sevilla.
El tabaco es un producto auténticamente cubano y el cultivo comercial más antiguo que conformó nuestra economía dependiente durante la etapa previa a la gran plantación esclavista azucarera. Todavía hoy se produce el puro habano como uno de los renglones económicos involucrados en la exportación nacional, con un mercado internacional de lujo, que lo prefiere por sus cualidades excepcionales. Esta es una parte de la cultura cubana actual; uno de sus centros culturales promotores, muy activo por cierto, radica en el Museo del Tabaco de La Habana Vieja.
c) La plantación esclavista azucarera, debido a sus características de empresa privada local, fue más allá en las comunicaciones, sobre todo en las terrestres, cuando fundó en 1837 el primer ferrocarril Güines-La Habana, cuya red se fue extendiendo, en particular sobre una parte del territorio de la región occidental y central de la Isla. No ocurrió lo mismo en la región oriental. Posee museos y realiza eventos científicos a escala local y nacional. No obstante, su potencial de experiencias y conocimientos teóricos permiten una visión y proyectos con fines culturales aún más amplios.
d) En la primera mitad del siglo XX, la red del ferrocarril, las carreteras (unidas parcialmente por la Carretera central, una vez que esta se construyó en la tercera década del siglo XX) y caminos, permitieron acceder a un mayor número de ciudades y pueblos. Tales progresos resultaron restringidos todavía, sirviendo específicamente a los intereses y beneficios de los grandes propietarios privados. Por ejemplo, las conexiones La Habana-Varadero, fueron privilegiadas para los planes de turismo de lujo que existieron entre estos dos polos, con el auspicio de la mafia estadounidense y cubana.
e) Durante las décadas del 60 en adelante, el gobierno y el estado revolucionarios, hicieron énfasis en este aspecto de la comunicación entre las zonas urbanas y las rurales, incluyendo las más alejadas y de difícil acceso por sus condiciones naturales, con el objetivo primordial de beneficiar a la población más aislada y con menos recursos económicos, de desarrollo socio cultural, etc. Este proceso constructivo, permitió el acceso a nuevos paisajes y a culturas rurales poco conocidas y valoradas hasta entonces. (Los estudios realizados en la región oriental sobre dichas culturas, por arqueólogos, antropólogos, historiadores, lingüistas y literatos son de relevancia internacional, aunque en algunos casos las obras son inéditas, como ocurre con Manuel Rivero de la Calle; se destacó en esta línea Joel James, sus investigaciones y literatura etnohistórica, han tenido un gran peso en el éxito y la trascendencia del “Festival del Fuego”, desde su fundación hasta ahora.)
La significación cultural, el sentido ético, patriótico, y el valor que, como un conjunto específico comparte situaciones históricas similares (la conquista y el inicio de la colonización española y católica), tienen la fundación de las primeras siete villas y ciudades por los españoles, se considera técnicamente, como legado patrimonial a partir de que:
“Poco a poco se ha ido ampliando la noción de monumento -originariamente considerado como una obra aislada de su contexto- e introduciendo la de centros, barrios, poblaciones históricas, y paisaje cultural como categorías patrimoniales. Nuevos contenidos sustantivos como el patrimonio industrial y tecnológico, o la eliminación de barreras cronológicas, han ido dando entrada a la valoración de diferentes elementos como bienes integrantes del patrimonio y a otras aproximaciones a su tratamiento en un contexto mucho más vasto que trata de explicar y salvaguardar sus relaciones significativas con el medio cultural e histórico dentro del cual se han generado.
Una propuesta nueva
Para llevar a hechos las ideas que he ido exponiendo resumidamente a lo largo de estos tres artículos, se han elaborado por la Autora una serie de indicadores que nos permiten identificar las cualidades intrínsecas y extrínsecas del referido conjunto urbano, al que he dado como denominación común “Ciudades del Medio Milenio” (1511-2011, tomando a la primera villa fundada, Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, Ciudad Primada de Cuba, como emblemática, para el conjunto a conmemorar). La durabilidad de tal categoría es obvia, pasarán cinco siglos para que cambien este nombre por “Ciudades del Milenio”.
Los indicadores mencionados serán: 1) antigüedad, de la fundación del asentamiento que se preserva; 2) autenticidad, del trazado urbano y de las obras arquitectónicas preservados; 3) significación y valor histórico y artístico particular, acumulado a lo largo del tiempo y definido en el espacio patrimonial, y/o su relación dinámica con el conjunto original;4) relevancia local otorgada a la categoría de “Ciudades del Medio Milenio”, sobre todo económica, para su integración al conjunto del patrimonio cultural nacional.
Así las cosas, y en constante consulta y gestión de esta propuesta con las autoridades competentes, aspiramos a que el sector del turismo garantice la utilización óptima de estos recursos, existentes, ya creados, probados (o revalidados), en gran parte, en el ámbito de la práctica, del manejo del patrimonio internacional por organismos de alta calificación técnica e influencia sobre la Cultura universal (UNESCO), y, desde luego, sobre el desarrollo del propio turismo cultural nacional.
El beneficio para el país será no solamente económico, pues el flujo de visitantes y turistas tendrían un nivel adquisitivo alto; pero, se adiciona a ello, la extraordinaria posibilidad de fomentar y/o ampliar y consolidar relaciones culturales con personas que se interesan en nuestra Historia y Sociedad de manera muy positiva, sin que intervenga en ello las amenazas que en otros tipos de turismo se han detectado y experimentado sobradamente. Alrededor de este proyecto es factible que surjan muchos otros, principalmente inducidos por la cultura local en cada caso.
La categoría turística cultural “Ciudades del Medio Milenio”, debe ser un incentivo y un apoyo para hacer realidad, en plazos de tiempo relativamente breves, las recomendaciones implícitas o expuestas con anterioridad en estos artículos, en cuanto a la explotación de un turismo nacional e internacional sano e inteligente, que propenda al desarrollo humano y a la consolidación de nuestra nación, al rescate y preservación de sus más auténticos valores culturales; legando de este modo a las nuevas generaciones, un país respetado y admirado por la comunidad internacional.-
La Habana, 14 de septiembre de 2010.

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