lunes, 20 de diciembre de 2010

OTRO PRIMERO DE MAYO, PERO DE 1963

OTRO PRIMERO DE MAYO, PERO DE 1963



Por: Coronel ® Nelson Domínguez Morera (NOEL)



Al concurrir el pasado 1ro de Mayo con mi CDR al impetuoso desfile y ver de muy cerca la disciplinada formación de nuestros jóvenes del ISMI,( Instituto Superior del Minint) ataviados con sus elegantes uniformes y su entusiasmo ordenado, sin estridencias innecesarias, ni excesos que a veces conducen a vulgaridades, no pude menos que, evitando añoranzas, y salvando las peculiaridades de cada generación o época determinada, retrotraerme a nuestros inicios en la institución y recordar, otro 1ro de mayo, pero del año 1963.





En aquél entonces, nos mandan, con mis 21 años acabados de cumplir, junto a casi 100 compañeros más de todo el país, a quienes solo conocíamos por un número identificativo, el mío era el 82, a un oscuro punto de concentración en Ceiba del Agua el día 15 de Abril de 1963, de allí a los vehículos y partimos con rumbo desconocido. Sólo íbamos armados de nuestra disposición revolucionaria y el empeño manifestado, por voluntad propia, en un juramento anterior, de acudir a cumplimentar cualquier tarea que la Revolución nos encomendase, donde quiera que esta fuese. Así eran las medidas de clandestinidad y compartimentación en aquél entonces y así ha sido también, como hasta nuestros días, en que sabe hacerlo el relevo juvenil que nos sustituirá, la entereza de darlo todo por la Patria, la Revolución y por Fidel.



Pasamos diez rápidos días de marchas y preparación mínima militar en otro lugar lúgubre, la Escuela Camilo Cienfuegos, del Cano, en Arroyo Arenas, Marianao, bien próximo, sólo lo supimos mucho después, a los emplazamientos de las brigadas soviéticas que custodiaban la instalación Radioelectrónica de “LOURDES”. Otro buen día, y sin el aviso previo que ya era común del procedimiento aplicado, volvimos a vehículos que ahora si demoraron más de 14 horas de tortuosa marcha hacia otro, también desconocido, destino.



Amanecimos tullidos y somnolientos aquél 1ro de Mayo en las inmediaciones del Campamento La Bayamesa y de ahí a Santo Domingo, en el hoy municipio de Bartolomé Masó, ahora provincia Granma. Portando sólo cantimploras con una ración de agua y una magra comida compuesta por una lata de leche condensada y un panqué, comenzamos el ascenso, solo con un práctico de guía, a la elevación más alta del país, el Pico Turquino, escenario de la gloriosa epopeya del Ejército Rebelde liderado por Fidel, sólo 7 años antes. Así transcurrieron sucesivamente: Ocujal del Turquino, La Platica, el Alto del Naranjo, Aguada de Palma Mocha, el Campo de Joaquín y otros sitios de la inmensa serranía.



Cuando el agotamiento, la sed, el hambre y la fatiga llegaba al clímax después de 4 horas de ininterrumpido escalamiento, surgió desafiante el mayor de los obstáculos físicos que la naturaleza imponía como último desafío para aquél grupo de jóvenes imbuidos a hacer cualquier cosa para demostrar su fidelidad, vocación y emprendimiento: “ El paso de los Monos”(hoy le dicen “La Escalerita”) estrecho y resbaladizo trillo, casi inmediato al último de los empinados y desafiantes picachos que anuncian la anhelada cúspide del Pico Cuba y el del Turquino, pegado al farallón, donde la voluptuosa y húmeda naturaleza ha colocado a cientos de metros de distancia hacia abajo, las últimas palmas de la copiosa vegetación que casi parecieran, insignificantes ramitas desde aquella inmensa altura.



Como casi todos, optamos por cruzarlo en la desenfadada y poco heroica posición de ir a cuatro patas y absteniéndonos de mirar, ni aunque sólo fuera de soslayo, el desfiladero que te anunciaba que al menor desliz, terminarías echo mierda de voltereta en voltereta hasta el lugar de partida, si no quedabas prendido de alguna palma o árbol como último testimonio de aquella voluntaria decisión antes tomada sin pensarla dos veces.



El tesón se impuso a la fatiga y por qué no, hasta al miedo de terminar en el barranco, y fuimos llegando, cada cuál como pudo, sin orden de marcha alguno, para desplomarnos literalmente hablando en el umbral del busto erigido al Apóstol y que una vez el padre de la heroína Celia Sánchez Manduley, Doctor Manuel Sánchez Silveira, dirigiera la expedición que allí lo instauró, llevando a su hija para filmar el acontecimiento junto a un grupo de audaces jóvenes que lo trasladó en andas y puso definitivamente, vigilante, desafiante y aleccionador en el punto más alto de Cuba, al más grande de todos los cubanos.



Cuando los popularmente llamados “ I 4 ”, nubecitas condensadas del frío rocío, comenzaron a hacer su mortificante trabajo de calar los huesos de humedad y aportar sensaciones como de agujas de alfiler penetrando la dermis y la epidermis, sin permitirte conciliar el reparador sueño, recordantote aleccionadoramente no dejar que la noche te sorprenda en el descenso, nos agruparon ante el jefe de ocasión, sacamos fuerzas de no se donde y en posición erecta y de firmes, entonamos las gloriosas notas del himno nacional que allí sonó diferente, como augurando lo que después aconteció. Aquella Revolución que recién comenzaba, vino posteriormente a constituirse en el faro de los humildes y desarraigados, primero de América y después del descalabro del campo socialista, también del mundo entero.



Entonces, poco antes del descenso, ocurrió algo inesperado, uno de los numerizados del grupo, que mucho después al hacerse oficial operativo y posterior jefe, dejara su vida en las primeras misiones internacionalistas del MININT en Angola, pudo hacer oír un radio portátil que llevaba consigo y al cuál todos habíamos estado golpeando a intermitencia para intentar escuchar el acto del 1ro de mayo en la capital y poder atender a Fidel con sus sabias y pormenorizadas indicaciones de aquellos iniciales años y…¿qué fue lo primero que escuchamos? precisamente, nada más y nada menos, que aquella voz ronca y tan familiar del líder de la Revolución Cubana que hablaba sin tregua.



Todos nos arremolínanos entorno al salvador equipo transmisor, postergando el necesario descenso, pensando que por la fecha y la hora, él hacia su discurso desde la Plaza de la Revolución en la lejana capital y cuál no fue nuestra sorpresa al apreciar que de intervalo a intervalo, un intérprete devolvía al auditorio sus frases e ideas en un extraño idioma que no había quién carajo entendiera, resultando totalmente incomprensible, dado que en aquel entonces casi nadie dominaba, ¡Fidel Castro estaba hablando, por vez primera, desde la Plaza Roja en el Moscú de la heroica Unión Soviética!, aquel 1ro de Mayo de 1963, día del proletariado mundial . Efectivamente, al lado del entonces primer ministro de la URSS y gran amigo de Cuba Nikita Jruschov y del ministro de defensa Mariscal Rodion Malinovski, estaba allí, de boina verde olivo y traje de gala, expresando: “Tengo enorme impresión por el desfile y las manifestaciones de cariño y amistad sincera de los soviéticos hacia la Cuba Revolucionaria, viva personificación del internacionalismo proletario”(Fidel prolongó aquella primera visita a la URSS por más de 10 días, recorriendo 17,000 Kms entre sus principales ciudades).



Por el huso horario, con diferencia de 8 horas, ya Raúl, entonces Comandante, Vice Primer Ministro y 2do. Secretario del Partido, en aquella época denominado PURS (Partido Unido de la Revolución Socialista), había hecho el discurso por él en Cuba, diciendo: “Realmente con este sol cubano del mediodía, al único que estamos acostumbrados a oírle un discurso es a Fidel… el homenaje que la URSS le está ofreciendo al Comandante en Jefe es una ayuda moral a nuestra Patria”.



Aquél curso se graduó en Febrero del año siguiente, nadie se rajó, ni antes, durante, ni después, de allí surgieron hombres valiosos para el MININT, en todo el país como los Molina, Imeldo, Smith, Clivillé y otros muchos que habíamos sido antecedidos por el primer curso, de los oficialmente impartidos, integrado por Jóvenes Rebeldes denominados “Cinco Picos” precisamente porque esos iniciadores tuvieron que sacrificarse más, ¡con cinco ascensos al Turquino! De allí provienen los también apreciados y meritorios combatientes, conocidos entonces familiarmente por sus motes de: Julio “El Guajiro”, “El Negro” Adán , “Jicotea” Becerra, “Miqimbo” Varona, Cuesta “El Negro” y otros muchos precursores más.



Cuando termino mis recuerdos de retroalimentación, ya me están sobrepasando por el lado, en este 1ro de Mayo del 2010, los jóvenes del ISMI y también los del Politécnico Hermanos Tamayo, veo en ellos, con su paso firme y sin perder la formación, la misma disposición al deber cumplido para con la Patria y nuestra amada institución, que aquella esgrimida por los fundadores. Sólo entonces regresé a casa, satisfecho, confiado y tranquilo, contándole los pormenores a la nieta Camila, quien me recriminó con mucha insistencia, el no haberla despertado como había hecho el año pasado en que hizo su debut en estas históricas lides, aún siendo más pequeña.

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